miércoles, 7 de julio de 2010


Un autor, un libro, una editorial


Por
León Valencia

lvalencia@nuevoarcoiris.org.co


Hablo de Gonzalo Sánchez y de su libro: Guerras, Memoria e HistoriaLa Carreta Editores.

No es fácil encontrar alguien que nos guíe un poco en el laberinto de esta guerra colombiana. Todo es tan ambiguo, tan oscuro, tan difícil de explicar y de aprehender. Todo es tan confuso. Pero Gonzalo Sánchez con una paciencia infinita va arrojando luz sobre acontecimientos pasados y también sobre el presente.


En más de treinta años de investigación ha escudriñado con una pasión de relojero los inciertos meandros de nuestras violencias y le ha entregado al país textos que son ahora referencia obligada de quienes estudian o quieren saber de nuestros conflictos. ¿Qué persona inquieta sobre nuestra realidad no se ha detenido un rato a leer Bandoleros, Gamonales y Campesinos o Guerra y Política en la Sociedad colombiana?

Tiene una virtud: logra siempre encontrar la cita perfecta sobre otros tiempos y otros mundos para traerla a nuestra realidad y hacer más comprensibles nuestros problemas. La erudición es en él un punto de apoyo para comprender, no un alarde de conocimiento. Tiene otra virtud muy escasa entre los académicos: una prosa limpia y sugerente, se ve que escribe con un especial cariño por sus lectores.


Ahora está empeñado en encontrar el cruce de caminos entre historia y memoria y ha escrito un ensayo -Guerras, Memoria e Historia- imprescindible para estos años en los que ha saltado a primer plano en Colombia la exigencia de la verdad, la ardorosa búsqueda de una explicación para el horror, el grito ahogado de las víctimas que quieren mostrar las huellas de su dolor.


Para empezar el autor entrega su propio testimonio, nos lleva a su natal Líbano, Tolima, para contarnos los avatares de su familia en medio de la violencia de los años cincuenta y la marca indeleble que dejó en su vida. No sólo es una manera poner de relieve la carga subjetiva que siempre han tenido sus escritos sino una forma de sugerir el campo específico que tienen las investigaciones sobre memoria.


Mientras la historia se ocupa de reconstruir hechos y situaciones la memoria se encarga de descifrar las huellas individuales y colectivas que estos acontecimientos van dejando en el ser humano. La memoria se pregunta por el olvido o el ocultamiento, por el dolor, por la identidad.


Es un viaje el pasado de la mano de los seres humanos, de sus historias personales, de cómo una persona o una comunidad sintió y vivió un trance amargo o afortunado de su existencia.


Gonzalo Sánchez va explicando poco a poco el sentido que tiene la memoria en una sociedad radicalmente traumatizada como la nuestra y denuncia especialmente los momentos de olvido de nuestro país. La violencia de los cincuenta y el pacto para olvidar en que concluyó. Las consecuencias posteriores de esta estrategia de anulación del pasado. Le atribuye mucha responsabilidad en el surgimiento de nuevas violencias.


Dice adolorido: "En la historia colombiana la violencia queda, como lo sugerí hace años, entre paréntesis, como un tiempo muerto e inmóvil que no encuentra sentido ni en el pasado ni en el futuro, como si nunca hubiera existido. Como si la historia hubiera que escribirla sin ella, como una anomalía o trasgresión que interfiere en el análisis y rompe la racionalidad de nuestro devenir nacional".


Para conjurar la posibilidad del olvido el libro es un llamado a reconstruir una memoria plural, abierta, donde se oigan todas las voces, donde cada cual cuente desde su angustia o su pasión las cosas que vio y sintió. Una memoria que sirva para empezar de nuevo, para curar heridas y volver a soñar.


Y aquí un agradecimiento para La Carreta Editores E.U. Están haciendo una labor admirable en un país de escasos lectores. He leído últimamente varios de sus libros sobre temas cruciales para el país que no tienen gran acogida en las grandes editoriales. Veo que un editor juicioso y sabio hace libros sencillos y baratos, pero de una producción impecable.


Reseña publicada por el periódico “El Colombiano” el 10 de julio de 2007

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