miércoles, 7 de julio de 2010


Chávez, Bolívar y Santander

Muchos de los jóvenes de hoy se preguntan si, en realidad, Simón Bolívar fue el caudillo popular, antiimperialista y antioligárquico del que nos habla el comandante Hugo Chávez. Más aún, se preguntan si Bolívar era idéntico a este pintoresco presidente venezolano, el líder de la revolución bolivariana del siglo XXI.

Armando Montenegro

La respuesta a estos interrogantes es importante no sólo para valorar la figura del propio Libertador, sino, por contraste, para retratar a su opositor, el general Francisco de Paula Santander.

Para abordar este asunto es útil acudir a los escritos del historiador David Bushnell (Ensayos de historia política de Colombia, siglos XIX y XX; Medellín, La Carreta editores, 2006) en los cuales insiste en que las figuras de Bolívar y Santander deberían valorarse no con las ideologías y los mitos políticos de nuestros días, sino únicamente a la luz de la información histórica pertinente. Es más, sugiere que este examen se concentre en dos aspectos centrales: el récord de estos personajes al frente de sus gobiernos (es decir, de lo que hicieron o lo que dejaron de hacer cuando fueron presidentes) y los sectores sociales que los apoyaron en esas tareas (“dime con quién andas…”).

Bushnell advierte, en primer término, que la fabricación de un Bolívar de izquierda es un hecho relativamente reciente. Hasta la publicación de su biografía por Indalecio Liévano Aguirre, la figura del Libertador hacía parte del santoral de la derecha católica y antiliberal de Colombia y Venezuela. No es una coincidencia que entre sus panegiristas se hallaran Laureano Gómez, Lucio Pabón Núñez y el venezolano Vallenilla (el apologista del dictador Juan Vicente Gómez), al tiempo que los defensores de Santander eran miembros de la izquierda liberal y algunos del marxismo (Santander mereció incluso comentarios favorables del propio Marx).

En cuanto a la evidencia histórica, Bushnell insiste en que los aspectos centrales de la dictadura de Bolívar, cuando éste pudo impulsar sin oposición su programa político, no fueron para nada progresistas. Entre sus “realizaciones”, verdaderas contrarreformas de la obra de Santander, se encuentran: el apoyo decidido a la Iglesia Católica, la limitación a la separación de poderes, la prohibición de las obras de escritores liberales (Bentham, en particular), la eliminación de las municipalidades, el restablecimiento de los impuestos coloniales (la alcabala y el tributo de los indígenas) y la ampliación del fuero y los privilegios de los militares. Y, en el área de la política internacional, favoreció la idea de un protectorado británico, mientras que sus ministros apoyaban abiertamente la monarquía para la Gran Colombia.

Los aliados del gobierno de Bolívar no se encontraban entre las masas y los desposeídos. Estaban constituidos por el clero, los militares, los grandes terratenientes y, en general, por los miembros de las clases más altas. Por su parte, Bushnell insiste en que los seguidores de Santander eran grupos de profesionales e intelectuales que provenían de lo que hoy se denominaría la clase emergente; y señala, asimismo, que los dos populistas más destacados de la época, ambos con amplio apoyo popular en sus zonas de influencia, Obando y Padilla, militaron en el bando de Santander.

De todo esto se puede concluir que Chávez y Bolívar parecen coincidir en su desprecio por la separación de poderes y, en general, en su escaso entusiasmo por los principios liberales (el cónsul británico anotaba al respecto: “Bolívar parece ya convencido de que las formas republicanas de gobierno son unas quimeras…”). Difieren, eso sí, en la fuente de apoyo de sus respectivos gobiernos: mientras que los pobres y los sectores populares de Venezuela hoy votan masivamente por el coronel Chávez, a finales de la década de 1820 los grupos más privilegiados, los más ricos, eran el soporte de la penosa dictadura del Libertador.


Reseña publicada por: El Espectador”, sábado, 27 de enero de 2007

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