RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, SAÚL MAURICIO.
Hay que celebrar que los analistas sociales, en particular los historiadores, se ocupen de investigar los asuntos internos de los militares, ya que el tema es casi desconocido en el mundo académico. Este libro hace parte de las investigaciones que sobre el tema se adelantan últimamente. Esta línea de investigación, argumenta el autor, fue sugerida por Medófilo Medina, quien en 1994 señalaba que los historiadores se centraban en el estudio de la relación entre las fuerzas armadas y el Estado, dejando de lado los problemas de la institución castrense; sugería, entonces, darle prelación al estudio de la infraestructura técnica, la capacidad operativa, la industria militar, los desarrollos y características propias de las fuerzas armadas. Así mismo, nos recuerda el autor, que Adolfo Atehortúa indicaba hace un par de años que el interés por los problemas internos de las fuerzas armadas en Colombia había sido poco preferido por los académicos e insinuaba la necesidad de abordar estos temas.
No tengo duda de que esta temática sea importante y necesaria de investigar, lo que no implica que deba dársele prelación y menos sustituir a los estudios que ubican a los militares y sus instituciones en contextos políticos y sociales, en particular en su relación con el Estado. Si se sustituyen estos estudios, o incluso si hay tal prelación, se puede caer en el olvido de que los militares hacen parte de la esencia del desarrollo del Estado en los últimos siglos, mediante el ideal de lograr el monopolio legítimo del uso de la fuerza, como definió Max Weber al Estado moderno hace un siglo. Si no se tiene este marco como referente permanente en un contexto social determinado, no será posible lograr explicaciones plausibles de los asuntos militares internos, cualesquiera que ellos sean. Saúl aborda este contexto sociopolítico, más que todo porque el tema central lo induce a ello. Sin embargo, al no tener en mente, a lo largo de todo el trabajo, los contextos político y social como común denominador, el libro pierde vuelo en el análisis, lo que no demerita en manera alguna el trabajo de investigación que hizo.
El período escogido por el autor (
Además del período escogido, otro punto positivo del trabajo es la riqueza de las fuentes utilizadas, tanto de orden primario como secundario. En este sentido, cumple bien con una de las exigencias de la historia, que es más rigurosa en este aspecto que otras ciencias sociales. Sin embargo, en el manejo de fuentes secundarias que van hasta la actualidad, en especial cuando presentan conclusiones parciales o generalizaciones importantes que han hecho carrera, al investigador le conviene indagar cronológicamente la fuente que les dio origen, con el fin de dar los créditos de manera justa y no asignarlos a quienes han tomado más tarde ideas o conclusiones ya conocidas. Cuando se tiene una gama amplia de fuentes, como es el caso de las que se citan en libro, es posible lograr ese justo y adecuado reconocimiento, si se han revisado bien las fuentes secundarias.
Sin desconocer la importancia del aporte del autor a la difusión de asuntos internos del Ejército en la opinión pública letrada, se observa un tratamiento poco discriminado en términos analíticos de fenómenos de acuerdo con su naturaleza: política, social, económica o técnica. Ello se aprecia en especial en las implicaciones que tienen las relaciones que se establecen entre fenómenos de distinta naturaleza. Al respecto, es necesario recordar la importancia que tiene para el análisis el recurso de la abstracción, es decir, la necesidad de aislar factores que se encuentran entremezclados en la realidad que se observa, con el fin de apreciar mejor la esencia de sus cambios. Pero es necesario, también, que a partir de esta identificación de los fenómenos según su naturaleza, se establezcan luego sus múltiples relaciones, seleccionando para el análisis las que tienen mayor importancia para el objetivo de la explicación que se busca y descartando muchas otras de menor incidencia.
El Capítulo I, "La política exterior militar colombiana en los años cincuenta", muestra de manera acertada la intermitencia que ha tenido la política exterior del país y la aparente contradicción con la continuidad de esta política con respecto a Estados Unidos, incluso en el campo militar. La posición hegemónica de esta potencia en el continente, como caso único en el contexto mundial, explica gran parte de esa continuidad, que no ha sido una política de Estado. Los hechos que destaca el libro en los años cincuenta, y que ayudan a explicar la participación de Colombia en la guerra de Corea y la vigilancia del Canal de Suez, fueron el haber sido miembro fundador de Naciones Unidas y participar en el Consejo de Seguridad de esta organización y en otras de orden multilateral. Un factor adicional fue, como lo indica el autor, el anticomunismo radical de los gobiernos colombianos, que coincidió con el comienzo de la guerra fría, aunque entre los militares esta ideología no fuera aún visible.
Esta importante percepción ideológica está consignada de primera mano en mis primeras publicaciones, ya que tuve la suerte de vivir una experiencia militar directa que fue útil para calibrar la importancia de los acontecimientos castrenses, no sólo en el campo militar sino también en el conjunto de la sociedad. Aun con un conocimiento profundo de los asuntos internos del Ejército, en mi transcurrir investigativo opté por darle prelación al contexto político y social de las instituciones militares y usar como supuestos permanentes tales asuntos, con el fin de tener mayor precisión en las generalizaciones y comprender la dimensión política en países que como Colombia nunca han gozado del monopolio legítimo de la fuerza y han vivido buena parte del tiempo republicano con conflictos armados internos.
El Capítulo II, "Un caso de modernización dependiente: el Ejército de Colombia y el modelo militar estadounidense", muestra la tardía modernización militar en el área latinoamericana, como lo señalé en publicación pionera sobre el tema hace casi cuatro décadas. Aunque esa modernización tuvo el sello inicial prusiano de manera indirecta a través de una misión chilena, hubo influencias de otras latitudes. Pero no fue sino hasta los años cuarenta que comenzó la influencia militar gringa. Este hecho explica parte de la organización híbrida que tiene el Ejército, como es el caso de la existencia de brigadas en lugar de regimientos, como lo afirma el autor. Un aspecto en el que habría que hacer mayor énfasis es en la influencia castrense estadounidense que proporcionó la participación en
El Capítulo III, "La adscripción del Ejército colombiano al modelo militar estadounidense sobre el terreno", presenta dos ejemplos emblemáticos: la creación de
En la parte final del Capítulo III, el autor muestra la influencia militar indirecta que representó
Un comentario final sobre el último párrafo de las conclusiones del libro. Pese a las enseñanzas militares de Estados Unidos y a la mejora en la organización del Ejército colombiano, como afirma el autor, la irresponsabilidad política de la clase dirigente, la inercia de la autonomía militar derivada del discurso del presidente Lleras Camargo y la incapacidad de los altos mandos por asimilar la experiencia de la lucha antisubversiva, llevaron al crecimiento y complejidad del conflicto armado que tenemos hoy. Pero, de nuevo, la asesoría y la ayuda militar estadounidense, esta vez mediada por la presión política de ese país, sirvieron para cambiar el dispositivo militar a partir de
Revista Estudios sociales Nº 25, Diciembre de 2006. pp. 123-124. Universidad de los Andes
http://res.uniandes.edu.co/view.php/286/1.php
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